Te vuelvo a contar la misma historia en que mi perro cogió la postal de mi cuarto y se la llevo a su casita de madera, en la imagen sólo habían un par de montañas bajo un cielo algo gris con poca luz, un paisaje tranquilo y quieto.

Mi perro quedo deslumbrado ante tal acontecimiento, lluvia torrencial, truenos, relámpagos, y temblor de tierra, ante el abismo.
La calma lo abandonó, y el temor era su nueva piel, me cuenta mi perro que todo este espectáculo le fascinó, pero de pronto, un sonido de trompeta interrumpió todo, era ensordecedor e iba de menos a más, por lo que la adrenalina era cada vez más intensa, y parecía que aquel sonido destrozaría todo.
Cuando parecía insoportable, quedó todo en silencio y una nube negra apareció en el horizonte, no era una nube cualquiera, pues tenia el color favorito de mi perro, el negro, y toda la escala de grises.

Definitivamente hay algo en este color que afirma la presencia de algo o alguien especial, debe ser por el gran contraste que suele hacer con el resto del ambiente. En realidad el negro no es un color, es mas bien la negación del color, la ausencia de color, pero tenemos que llamarlo de alguna manera.
Cada vez que me acuesto miro a través de la ventana el cielo, pero no veo nada que me llame la atención, solo puedo recrearme en recuerdos y concebir sueños de lo que quisiera tener. Al fin de cuentas hay algo que nos hace similares en esta ocasión, a mi perro, al cielo y a mi, en la noche estamos vestidos igual. De negro!
Willy Daga
Dibujos: Lucy Naldos
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